¿Quien mató a la minería peruana?, por Macroman 

¿Quien mató a la minería peruana?, por Macroman

Según la data que estudio, veo una recesión americana en el 2016 con una probabilidad mayor del 50%.

La pregunta es retórica pues desde el gobierno de Toledo en adelante, se ha asfixiado lentamente a la industria minera. Actualmente la minería sobrevive con proyectos que están en producción o con otros cuya construcción está suficientemente avanzada, invalidando cualquier alternativa al seguir adelante. Lo que es bastante seguro es que el Perú ya no es un destino amigable hacia la minería y sus inversores.

EL ciclo virtuoso de minerales y metales que empezó alrededor del 2001 ya culminó y estamos en medio de la resaca sin saber cuan larga será. Durante mi carrera he predicho la caída del sector tecnológico en el 2000 y la crisis financiera del 2008 con bastante precisión. Mi tesis desde el 2007 fue una de eventos adversos de liquidez generados por endeudamiento impagable, lo cual generaría crisis secuenciales primero en EEUU, luego a Europa y finalmente a Asia y sus segundos derivados (países productores de materias primas, entre los cuales se encuentra el Perú). Al parecer la tesis se está dando, por lo cual debemos estar preparados para un 2016 que traerá mas de lo mismo que vimos en el 2015. Peor aún, según la data que estudio, veo una recesión americana en el 2016 con una probabilidad mayor del 50%. La muy probable crisis bancaria que preveo en China, tanto como la inexorable devaluación del Yuan, causarán la exportación de deflación China al resto del mundo, complicando aún más el tema.

Con la antesala macroeconómica negativa para el futuro inmediato de la minería peruana, veamos por qué la industria minera seguirá moribunda (salvo que un nuevo gobierno haga lo correcto para reactivarla). Hay que tener en cuenta 2 ópticas en el análisis, una del inversor hacia la minería como objeto de asignación de capital de riesgo, y otra siendo el trato ofrecido al inversionista por un país comparado a los demás (el Dólar de inversión migra siempre donde es mejor tratado). Como reflejan los precios de empresas mineras cotizadas en las bolsas más grandes del mundo, queda claro que no hay apetito para asignación de capital a la minería como industria, y peor aún para el sub sector de exploración (es decir el sector que comprende proyectos en carpeta y exploración temprana). La diferencia presentemente entre el valor de una tonelada de mineral en producción, y una en etapa de proyecto es lo más amplia que he visto, inclusive en la época del 2008 – 2009. Por lo tanto, debe quedar bastante claro que muy poco dinero será asignado a inversiones mineras en el mundo en el futuro cercano.

La segunda óptica es la del Perú relativo a otros destinos de inversión minera. Es aquí donde los últimos gobiernos nos han fallado rotundamente. En vez de tener autoridades que ataquen los problemas endémicos, más bien se dedicaron a matar a las gallinas de los huevos de oro de nuestra economía por medio de incrementos de impuestos, excesiva regulación, burocracia tributaria, ausencia de protección jurídica, legislación adversa en contexto de plazos de depreciación de ciertos activos, asfixio financiero por medio del secuestro de capital de trabajo en forma de IGV e intereses sobre diferencias inter-temporales en pago de impuesto a la renta. Además de lo mencionado, se suma el chantaje, pues es claramente lo que es, de los sectores sociales y medioambientales. Hay un fuerte incentivo en el Perú a chantajear a los más grandes bolsillos, pues requieren el menor esfuerzo, y el chantajista lucra la mayor recompensa (en dólares y publicidad política). Esta hipótesis debe de ser válida, pues no hay otra forma de explicar el silencio social y medioambiental al holocausto ecológico y degradación social que vemos en la selva peruana producto de la minería ilegal. Marco Arana, Gregorio Santos, Verónika Mendoza y los antimineros nunca han hecho ninguna manifestación en Puerto Maldonado, según recuerdo. Por lo tanto, creo que podríamos decir que los conflictos sociales y medioambientales son el medio, el chantaje la herramienta, y el lucro financiero y político de dichos agentes el propósito. Recientes viajes a otros destinos de inversión minera en el mundo me ha dejado muy claro que si tengo un Dólar que invertir, el Perú será uno de los últimos lugares donde lo invertiría. Cuando uno pone todos los costos de impuestos por el gobierno (impuestos, regalías, participación laboral, costo financiero del mal uso de capital de trabajo, leyes de depreciación adversa, excesiva intromisión estatal, etc), la minería es una simple propuesta donde el inversor tiene que poner 100% del capital y lucrar solo 50% del beneficio y eso no es negocio (en contexto de taza interna de retorno al inversor, en exceso de compensación por riesgo asumido). Añadido a esto, tenemos el chantaje social y medioambiental, y un sistema judicial que es totalmente corrupto y que no ofrece ninguna garantía o protección (claro ejemplo siendo la injusticia perpetrada en perjuicio de la minera Bear Creek Mining por el proyecto Santa Ana).

Como dije en mi primer articulo, el próximo gobierno tiene que enfocarse en crecer por medio de mejoras en productividad y expandir la base tributaria de la mano con una reducción de las tazas de impuesto. Como ejemplo de productividad, nuestros vecinos chilenos tienen toda facturación económica por medio electrónico, y el equivalente a SUNAT liquida el IGV neto mensualmente. Como toda actividad económica es electrónica y dicha actividad está en la base de datos de dicha agencia, la fiscalización es automatizada y fácil de ejecutar. Esto genera ganancias para la economía al minimizar el capital de trabajo en IGV innecesariamente secuestrado por SUNAT por muchos meses, aligerar la carga laboral en SUNAT y en la empresa (que ya no es auditada factura física por factura física y no se tiene que perder el tiempo con interminables fiscalizaciones). Con respecto al chantaje social y medio ambiental, el cual sabemos es motivado por intereses alternos, el nuevo gobierno debe trabajar con la industria minera para priorizar obras de infraestructura y traer modelos de negocios sostenibles a las comunidades que serán impactadas por el establecimiento de futuras minas. No se puede esperar al momento en que se decida construir una mina para hacer dichas labores, sino más bien el país debe invertir, junto con las mineras desde mucho antes, para mitigar el riesgo de problemas sociales que hemos visto en los últimos 5 años. Esta es la única manera de quitarles el arma de chantaje a los agentes desestabilizadores. En el 2016, votemos por líderes que nos garanticen cambios destinados a desencadenar el poder virtuoso de la productividad y que cambien radicalmente el sistema judicial, tributario y la política de infraestructura y desarrollo social en las áreas de impacto minero.